3 jul 2011

Globalización, identidades y la ciudad...

En La Ciudad Genérica Rem Koolhaas realiza una descripción pormenorizada de un nuevo territorio urbano consecuencia de la explosión demográfica producida a lo largo del siglo pasado. Estas circunstancias han propiciado un crecimiento exponencial de las concentraciones urbanas así como la aparición nuevos fenómenos que han transformado por completo la urbe y las relaciones entre sus habitantes

                  La ciudad se ha convertido en el espacio de representación y expresión de las nuevas tensiones sociales, culturales y políticas del mundo contemporáneo, a lo cual le acompaña el efecto derivado de una nueva complejidad que problematiza el efecto identitario de los ciudadanos.
                  La ciudad es cada vez más el escenario de derivas y flujos, de encuentros y fugas producidos en el territorio que articula a los sujetos que la recorren, sus formas de vida, sus necesidades y ansiedades.
                 Las marcas, las señales de diferenciación e identidad o reconocimiento constituyen una economía de lo simbólico que Richard Sennet o Paul Virilio han identificado en su dimensión funcional. Son ellas las que articulan el difícil equilibrio – cada vez más frágil – de las nuevas complejidades sociales.
                 A este nuevo territorio Rem Koolhaas lo ha definido como la ciudad genérica que se desplaza hacia el lugar de coexistencia de grupos sociales, culturas, géneros, lenguas, religiones... Un nuevo laboratorio de relaciones, miradas y reconocimientos que confrontan directamente el modelo de concebir y mostrar la ciudad. Se trata de una identidad construida desde la interferencia de tiempos y voces, memorias y narraciones diferentes.
                Se trata de la producción de una estructura urbana radial y periférica, que Pierre Bourdieu ha analizado detenidamente. La ciudad genérica produce un nuevo ser social, construido desde la materia híbrida de las diferencias, de las ausencias forzadas por la distancia del lugar de origen, de su voz suspendida, de la mirada extraviada. Este nuevo ser social irrumpe en la ciudad genérica descentrando su sistema simbólico de poder, aquel que nombra y legitima los nombres y ritos de la historia hegemónica.
                Habitar la ciudad genérica conlleva situarse en el espacio abierto de las estructuras difusas que generan los flujos humanos que recorren la ciudad. Este nuevo territorio constituye hoy un desafío creciente al trabajo de proyección y urbanización que la arquitectura tiene que resolver y las posibilidades de respuesta definidas a partir de las nuevas tecnologías y las decisiones políticas.

Son las ciudades contemporáneas como los aeropuertos contemporáneos, es decir, 'todas iguales'? ¿Es posible teorizar esta convergencia? Y si es así, ¿a qué configuración definitiva aspiran? La convergencia es posible sólo a costa de despojarse de la identidad. Esto suele verse como una pérdida. Pero a la escala que se produce, debe significar algo. ¿Cuáles son las desventajas de la identidad; y, a la inversa, cuáles son las ventajas de la vacuidad? ¿Y si esta homogeneización accidental -y habitualmente deplorada- fuese un proceso intencional, un movimiento consciente de alejamiento de la diferencia y acercamiento a la similitud? ¿Y si estamos siendo testigos de un movimiento de liberación global: '¡Abajo el carácter!'? ¿Qué queda si se quita la identidad? ¿Lo Genérico?'

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