"Todo lo que era vivido directamente se aparta en una representación", afirma Guy Debord principal miembro de la Internacional Situacionista acerca de lo que él llama "la sociedad del espectáculo". Es una realidad parcial debido a la especialización de las imágenes que constituyen el espectaculo que en la sociedad sirve como instrumento de unificación del espacio y del tiempo creando necesidades, que por supuesto no son auténticas ya que este mismo espectáculo las crea, en otras palabras hay que puntualizar que el espectáculo no lo constituyen las imágenes sino: “ la relación social entre personas mediatizada por imágenes”.*
La realidad surge del espectaculo y asi se desea lo que este modelo promete, resultando en la alienación, que consiste en ese deseo de tener, que se convierte en la motivación o pseudo-justificación para seguir reproduciendo el compartamiento que sostiene este sistema, al cual debord se refiere como “comportamiento hipnótico”.
"La alienación del espectador en beneficio del objeto contemplado (que es el resultado de su propia actividad inconsciente) se expresa así: cuanto más contempla menos vive; cuanto más acepta reconocerse en las imágenes dominantes de la necesidad menos comprende su propia existencia y su propio deseo."
“Engañoso paraiso” de la banalización “A medida que la necesidad es soñada socialmente el sueño se hace necesario. El espectáculo es la pesadilla de la sociedad moderna encadenada que no expresa finalmente más que su deseo de dormir. El espectáculo es el guardián de este sueño.”
El ser humano vive así para tratar de satisfacer esas proyecciones por medio del tiempo cíclico: "el día y la noche, el trabajo y el descanso semanales, el retorno de los períodos de vacaciones", en este sentido “el aumento del ocio, no es de ninguna manera liberación en el trabajo ni liberación de un mundo conformado por ese trabajo... El tiempo que se basa en la producción de mercancías es él mismo una mercancía consumible".
El glamour de las mercancías seduce nuestras obsesiones y delirios. La publicidad ha encontrado la fórmula para explotar el deseo la relación entre estos fenómenos y el origen de la personalidad narcisista, a través de la relaciones sociales "que se tratan como pretextos para la expresión de la propia personalidad".1
La sociedad del espectáculo efectúa la organización del tiempo y el espacio social: la vivienda estandarizada, lugar privilegiado de consumo, y el automóvil como medio de transporte compatible con la separación entre el hogar y el sitio de trabajo.
La sociedad del espectáculo efectúa la organización del tiempo y el espacio social: la vivienda estandarizada, lugar privilegiado de consumo, y el automóvil como medio de transporte compatible con la separación entre el hogar y el sitio de trabajo.
Aún cuando ha sido escrito en el siglo pasado la apreciación que ofrece Debord sobre el mecanismo de la sociedad de consumo en la que se basa el sistema capitalista es vigente, con la única variante de que en este tiempo se desenvuelve a un ritmo mucho más rápido, la percepción es mucho más inmediata y la ilusión de obsolecencia de los objetos mucho más pronta, siendo asi ya casi imposible de notarlo llegando a la hiperrealidad de la que habla Jean Baudrillard. Lo real ha sido remplazada por un simulacro de la realidad pero esto a su vez se ha convertido en la realidad. El concepto de realidad entra en una crisis irreversible o lo que es lo mismo se produce el fenómeno de la entropía de la información: mientras más información posees, mayor grado de entropía, y así, una pieza de información tiende a cancelar a otra.
El análisis de Debord parte de la fragmentación de la experiencia cotidiana y de la pérdida de todo aspecto unitario de la sociedad puesto que el espectáculo se apodera de toda actividad social: desde las pasiones y deseos del ser humano, de la vida cotidiana y el urbanismo que para Debord es la realización moderna que salvaguarda el poder de clase,2 es la toma de posesión del medio ambiente natural y humano por el capitalismo y al ser su entorno inmediato pretende como miembro de la I.S la liberación de la vida que pasa naturalmente por la liberación de la ciudad.
Debord y los situacionistas hacen una crítica radical de los presupuestos y de los planteamientos propios de la urbanística de los años cincuenta y sesenta:
"El momento actual es ya el de la autodestrucción del medio urbano. La explosión de las ciudades sobre los campos cubiertos por "masas informes de residuos urbanos" (Lewis Mumford) es presidida de forma inmediata por los imperativos del consumo. La dictadura del automóvil, producto-piloto de la primera fase de la abundancia mercantil, se ha inscrito en el terreno con la dominación de la autopista, que disloca los antiguos centros e impone una dispersión cada vez más pujante. Al mismo tiempo los momentos de reorganización inconclusa del tejido urbano se polarizan pasajeramente alrededor de "las fábricas de distribución" que son los gigantescos hipermercados edificados sobre un terreno desnudo, con un parking por pedestal; y estos templos del consumo precipitado están ellos mismos en fuga en el movimiento centrífugo que los rechaza a medida que se convierten a su vez en centros secundarios sobrecargados, porque han acarreado una recomposición parcial de la aglomeración."
Desde la perspectiva situacionista la arquitectura moderna y el urbanismo son sinónimos de los poderes estatales y privados que quieren regularizar el tejido de las ciudades con pretextos de higiene y modernización, y que en realidad solamente operan como aparatos tecnocráticos que inscriben las marcas de control en el espacio físico concreto. Esta planificación es considerada entonces como la estrategia para reducir el espacio urbano a un espacio funcional, donde la eficaz circulación de las mercancías, permitida por la expansión del transporte en auto, reduzca la riqueza espacial y social de la ciudad a un puro diagrama de movimiento.2
Es por ello que los miembros de la I.S ponen en relieve la necesidad de imaginar una reinvención de las prácticas estéticas siempre en conjunto con una transformación social radical...
Es por ello que los miembros de la I.S ponen en relieve la necesidad de imaginar una reinvención de las prácticas estéticas siempre en conjunto con una transformación social radical...
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