El trabajo de Michael Heizer –así como el de otros artistas entre las décadas de los sesenta y setenta- se sale del espacio del museo, ya que la manera en que se ubican sus obras no están diseñadas para un espacio como aquel (aunque como se ha hecho en muchas ocasiones las obras en algún otro momento se reubiquen dentro de espacios museísticos para exhibirlos), puesto que requieren de un espacio mayor para lograr la intención de aquella generación de artistas de “reconquistar la experiencia del espacio vivido”
(Walkscapes p.121). Esto puede ser ejemplificado con una obra sencilla (en comparación con otros de sus trabajos) llamada
North, South, East, West de 1984 que consta de piezas de acero colocadas en los cuatro puntos cardinales: dos rectángulos para el norte, un cono para el sur, un cono invertido para este y un marco cuadrado para el oeste; o
Eight part circle (1976-87) en la cual pone siete piezas en las que se combinan bordes rectos y redondos en diferentes posiciones, mismas que no son fijas, sobre una plataforma, la cual, es la octava pieza. Pero su obra va más allá de colocar piezas en un espacio abierto.
Estas obras son ejemplos entre tantos otros de los nuevos menhires: la vuelta al monolitismo y a la masa, materialidad artificial e industrial, la repetición de formas, eliminación del figurativismo así como la absorción del pedestal en sí mismas
(Walkscapes p.138), resultando en “el monumento como abstracción…como puro señalizador o base, funcionalmente desplazado y en gran manera autorreferncial
(Rosalind Krauss, La escultura en el campo expandido p.64).
Como artista de la llamada posmodernidad tiene la posibilidad de explorar diferentes categorías “superando las condiciones limitadas del modernismo”, como menciona Rosalind Krauss en su texto
La escultura en el campo expandido, es decir el purismo y la especialización. Heizer modifica el paisaje no sólo colocándole piezas, sino incidiendo directamente en él. Él esculpe la orografía como en
Double negative (1969), obra en la cual abre una enorme zanja de varios metros de ancho y profundidad, alcanzando una longitud de casi 500 metros y en la cual se “ocupa el espacio sin llenarlo”
(walkscapes p. 122) y es una vez más espacio vivido.
De alguna forma su obra es paisaje porque al intervenir en él se vuelve parte del mismo aunque creando un espacio diferente, un paisaje artificial haciendo uso de los medios y las técnicas de la arquitectura
(walkscapes p.142) acción que ha realizado el ser humano desde su arquitectura más primitiva para volver un espacio habitable. Es por ello que estas modificaciones en el paisaje, llevan a la reflexión sobre la situación arquitectónica, pues las urbes han transformado todo el espacio natural pero estas intervenciones de Heizer no son habitables,
como la irónica City (1972) en la que reproduce un modelo de ciudad de tierra que se puede transitar pero que sin embargo no es habitable. Y en la que por tanto se centra en los “límites externos entre aquellos términos de exclusión: entre lo construido y lo no construido, lo cultural y lo natural”, en donde se encontraba suspendido conceptualmente la
escultura (Rosalind Krauss, La escultura en el campo expandido p.67).
En este sentido es que se puede hablar de esculturas en un campo expandido, no sólo refiriéndose al espacio que la obra ocupa, sino de las posibilidades que explora y los diferentes medios que se pueden emplear, pues esta tensión entre escultura y arquitectura se ha manifestado en otros momentos de la historia del arte. A principios del siglo XX cuando la arquitectura funcional quería practicar la simplificación formal en contrapartida de los modelos clásicos de la academia que practicaba el eclecticismo con sus aluciones histporicas o el art nouveau las cuales revestían los edifios “esculturalmente” acabando con la apariencia de una gran escultura, o más actualmente los edicficios que parecen una escultura en sí mismos como los edificos Gugenheimm sólo por poner un ejemplo. Y por otro lado está la intención de la arquitectura por convivir con el entorno natural y formar parte de, como lo hizo Frank Loyd Wright, de todo lo cual nos habla la obra de Heizer en relación a las obras que el ser umano produce con el entorno a través de la transformación.
En estos términos “la escultura ya no es el termino medio privilegiado ente dos cosas en las que no consiste, sino que más bien escultura no es más que un término en la periferia de un campo en el que hay otras posibilidades estructuradas de una manera diferente” (Rosalind Krauss, La escultura en el campo expandido p.68).
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